Gestión de Riesgos: Hacia una Cultura de Prevención

Gestión de Riesgos: Hacia una Cultura de Prevención

Con el paso de los años la gestión de la prevención de riesgos en el trabajo ha atravesado distintas etapas y cambios. Día a día, es inobjetable la importancia que tiene la cultura de una organización para desarrollar de forma exitosa y eficiente la prevención en las empresas.

Para ello es evidente y necesario la implementación de herramientas,equipos y/o sistemas de gestión; la clave de su buen o mal funcionamiento reside en las culturas, es decir, en las prácticas, los valores, actitudes, creencias y supuestos fuertemente arraigados en los trabajadores.

Es decir, los resultados de la gestión preventiva no solo dependen de procedimientos, políticas y/o equipos sino del entorno cultural en que se apliquen, por lo que la gestión en seguridad se debe orientar en primer lugar a crear esa cultura.

Imponer o exigir una cultura de la seguridad en una organización es un error. Todo lo contrario esta, se construye a partir de la fidelidad y los compromisos individuales de cada uno de los integrantes de la misma. Por otro lado una cultura de la prevención engloba y combina: el liderazgo y el apoyo de la alta dirección, el compromiso de los supervisores, y la participación de los trabajadores.

La alta dirección de la empresa es un elemento clave cuyos principios y acciones contribuyen, en gran medida, a definir la cultura de la organización. Las cifras revelan que las empresas que gozan de estadísticas bajas en referencia a tasas de accidentes se debe a la participación activa de los mandos superiores, la cual es decisiva ya que su preocupación por el bienestar de sus trabajadores es en sí mismo un factor de motivación para “hacer las cosas bien”, tanto para los mandos medios como para el resto de los trabajadores.

Los mandos medios y supervisores también desempeñan una función sumamente importante en la dinámica de la seguridad en el trabajo. La intervención de éstos en un sistema participativo suele asociarse a índices de siniestralidad más bajos. En la práctica, esto se traduce en intercambios y comunicaciones frecuentes con los trabajadores.

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